miércoles, 18 de enero de 2023

Sobre dictadores y la guillotina (18 de enero del 2023)

En Turkmenistan (sé que no saben dónde queda) el dictador Nyýazow afligido por la muerte de su madre, le quitó el nombre al pan de mesa y le intercambió por el de ella para que todos le recordaran cada vez que desayunaba.

En España, luego de que el bando de derecha nacionalista ganara la guerra civil, empezó la cacería de los republicanos, izquierdistas y comunistas del bando perdedor. Todos los días había al menos 20 desaparecidos y asesinados en Madrid, Barcelona y Valencia; y el dictador Francisco Franco harto de escuchar las quejas de los ciudadanos por los decesos, prohibió que en las noticias tanto de radio y televisión informaran por los muertos. En cambio debían rezar el rosario. Había que calcular por cada ave maría un asesinado. Dijo escuetamente que: "Antes que lamentar la muerte de los traidores, deberíamos pedir por sus almas. Que Dios les perdone, porque nosotros no".
Desde ahí los españoles debían sintonizar la BBC (la radio pública de Londres) para enterarse sobre qué pasaba en su país. Había caído un cerco mediático en España. Una oscuridad que no dejaba ver la verdad a la gente, que perjudicó su forma de ver el mundo, y que a la vez, a muchos de aquellos perjudicados hoy día incluso extrañan esas mentiras. En lugar de aborrecer la falsedad que les cubrió en España, aprendieron a amarla.
Cosa de Dictadores
En Camboya el dictador Pol Pot de la variante pseudo marxista de los Jemeres Rojos, no era muy dado a la lectura ni al análisis. Le gustaban más bien las cosas simples. Por eso siempre le molestaba que gente subalterna e “inferior” le corrigiera en la lectura marxista (o en cualquier cosa), y harto ya de ser corregido decidió que solo él tenía la razón con respecto a la aplicación del marxismo. Solo él conocía la verdad. Solo él podía llevar a la sociedad medieval de Camboya a ser lo más parecido al cielo en la tierra comunista.
Acusó a todo aquel de intentar rebatirle de ser un intelectualoide revisionista, contra revolucionario y en definitiva, un promotor del caos y la desorganización. Un problema cuya única solución para Pol Pot era ser asesinado. Promulgó la orden de asesinar a todos los "intelectuales" del país. Y los soldados le preguntaron: ¿Y cómo los reconocemos Oh gran jefe? Y Pol Pot contestó: Fácil, los intelectuales usan lentes y les crece barba. (Recuerden que él no era muy complicado, le gustaban las soluciones simples).
Camboya pasó de tener 6 millones de habitantes a tener 4 millones y un poco más. Como al jefe le gustaban las cosas sencillas, parece ser que a todos los problemas la solución más sencilla y simple era siempre mandar a matar al problema.
Amigos, ustedes deben ver el estrés que les generaba a todos los habitantes de Camboya el cortarse la barba todos los días. Y peor aún, aunque lo necesitaras, aunque tuvieras la peor vista del mundo, nunca jamás podías ponerte unos lentes porque entonces te hubieras visto como un intelectual, y te hubieran asesinado.
Mejor estar ciego que ser asesinado.
Cosas de Dictadores.
El Shá de Irán, amigo de EUA y Occidente, no aceptaba el desayuno si no le servían el pan Baguette de Paris-Francia todos los días. Alguien en su niñez le había dicho que ese pan es el mejor del mundo, y él, el Sha de Irán, heredero de Nabucodonosor de Babilonia, de Darío y Ciro el grande de Persia. Heredero del noble pueblo de los Partos, de los Abasíes... él no iba a conformarse con menos en su desayuno que el mejor pan del mundo, el Baguette de París-Francia.
Entonces, como Irán no queda a la vuelta de la esquina de Francia, le mandaban el bendito pan por avión desde París. Todos los días. Y hasta hubo una vez en que se tardó la panadería en el envío del día y tuvieron que usar el Concorde, avión supersónico cuyo coste por viaje cuadriplicaba el de otros aviones más lentos. Pero no importaba, porque el Shá merecía el mejor pan del mundo.
Entonces tenemos viajes con costo de miles de dolares diarios, simplemente para comprar 2 dólares de pan en París, y llevarlo a Irán.
Cosa de Dictadores.
Pero vayamos al grano. Un dictador se define como la persona al frente de un gobierno autocrático y generalmente totalitario.
Qué significa esto, simplemente que nadie tiene poder real en el país, solo él.
Él y solo él puede ordenar como se hacen las cosas sin recibir órdenes de nadie más.
Si él quiere cambiar el nombre de las cosas, nadie le puede detener.
Si él quiere mandar a matar a la mitad de su población porque no quiere gente con determinadas características en su nación, nadie le puede detener.
Si él quiere que las cosas se hagan de cierta manera, y no de otra. Pues él puede hacerlo, nadie puede evadirse a sus órdenes.
Se resume en la frase “el estado soy yo” del viejo Luis XIV.
Feo ¿no?
Bueno, piensen en esto: Todos los gobiernos del mundo serían una dictadura, y nos tendríamos que aguantar personalidades de todo tipo en el poder, si no hubiera sido por los Franceses.
Los franceses, en su revolución, demostraron que tener a gente así, con esa cantidad desmesurada de poder, al frente de la nación; no era una buena idea.
En las pocas ocasiones en las que el líder es capaz, la nación progresaría; pero lo general es que siempre sean incapaces, y ahí todos sufrimos sus desaciertos y torpezas.
Y lo más probable era que los príncipes y futuros reyes por su educación se vuelvan incapaces y tarados. Como tenían todos los privilegios de clase, no necesitaban esforzarse en la vida para nada. Todo les daban haciendo sus sirvientes. Caían en la simpleza de entregarse al placer y pensar que el reino iría bien por si solo. Mientras la gente allá afuera sufría las inclemencias del desgobierno y la deriva.
Entonces, como no funcionaba la institución del gobierno heredado (ya sea dictadura o monarquía); lo más adecuado era cambiar el sistema por el gobierno de los mejores ciudadanos.
¿Y cómo se demostraría quién es el mejor?
Hubieron muchas formas, tantas como los sistemas posteriores a la revolución: Directorio, Consulado, Convención Nacional... etc
Al final, como la gente siempre se quejaba de los líderes que eran escogidos en las asambleas; los representantes del pueblo decidieron: “A la gente no le gusta nada de lo que escogemos, mejor que escojan ellos”.
Y así nació la democracia, directa y representativa.
Cómo nadie sabe quienes son los mejores, y no nos ponemos de acuerdo en eso; pues, que la gente escoja por medio de voto directo. Y que se le ponga en el puesto al que tenga más votos.
Si al final nos equivocamos, le cambiamos en unos pocos años, y no pasa nada. El siguiente gobierno corregirá lo que dejó destruyendo el anterior. Y si no, el que sigue.
Ningún gobierno debería permanecer por medio de la fuerza, ni tampoco podría ser heredado como en la anterior monarquía o en general las dictaduras. A menos que el pueblo lo deje prolongarse en el mandato por medio de las urnas.
Y en caso de que algún líder quiera volverse loco como los antiguos reyes y dictadores, solamente hace falta recordarles lo que hizo Francia con sus reyes antes de la revolución.
Toca levantar una guillotina en la plaza central, y hacerles ver que la metáfora de perder la cabeza en el uso poder, puede volverse realidad.
Ahora los líderes ya no son soberanos. Ya no ejercen el poder sin recibirlo de nadie. Es al revés. Ellos recibieron el poder de la gente, y están obligados a obedecer los intereses del pueblo.
Si no lo hacen, deben ser cambiados.
El presidente es el empleado número uno de la gente. Y lo que la gente debe recordar, sobre todo en memoria de los revolucionarios franceses, es que al empleado que no te gusta, que no hace su trabajo, que en lugar de respaldar los intereses de la nación respalda los suyos propios; pues a él se vale despedirle, e incluso juzgarle.
Recuerden la guillotina.

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